Más con todo esto, no lo somos más que por la fe, no por la vista cara a cara. Por la esperanza fuimos hecho salvos. La esperanza que ve no es esperanza. Todavía un abismo llama a otro abismo, pero ya con la voz de sus cataratas (...) ¡Qué hermosura la de aquella luz! ¡¿Cuando la veremos como es?!, Y habrán pasado las lágrimas, que han sido mi pan día y noche, mientras se me dice cada día: ¿en dónde está tu Dios?
Y yo digo a mi vez: ¿en dónde estáis? ¿En dónde estáis, Dios mío? Respiro un poco en Vos cuando derramo sobre mí mi alma en voz de exultación y confesión; sonido festivo como de quien banquetea. Y todavía está triste porque torna a caer y se convierte en abismo, o mejor, siente que todavía es abismo. Dícele a mi fe que encendisteis en la noche ante mis pasos : ¿Porqué estás triste, alma mía, y porqué me conturbas? Espera en el Señor; lámpara de mis pies es Su Palabra.
- San Agustín. Confesiones
No hay comentarios:
Publicar un comentario